Tuesday, February 24, 2009

Carta de amor


Amor:

Te extraño. A veces siento que la paciencia decae. Otros días pienso en que puedo vivir con ella. Y en días como este, la mañana, la tarde, el atardecer y la noche se convierten en una canción que suena una y otra vez. El amanecer no puedo definirlo, me he levantado tarde a consecuencia del insomnio. Casi 4 horas de sueño no se despliegan en los distintos momentos del día. Maldita cafeína. Debo dejar las drogas por completo. Vida ordinaria. Otra vez romanticismo. Quisiera que vivieras en una casa de árbol tu sola y que de vez en cuando me llamaras para leerte aquél poema que siempre me mandabas: “el temor de entrar a un lugar muy caro”. Ojala hubiéramos tenido miedo de ese lugar caro. Nos quedamos sin conclusiones. Una, dos… mi cabeza. Quisiera rescatarte como a una princesa. ¿Algún día me visitarás por poco menos de tres días y me dejarás consentirte? No quisiera que te fueras. ¿Recuerdas aquella carta que te di? Quiero que la tengas siempre. Está en un bolso mío que hace tiempo no uso, no va con la ropa. Casi no se puede leer pero estoy segura que recordarás las lágrimas de ese día, la sorpresa sobre todo, tu mano tocando mi puerta para decirme que me seguirías amando. No quisiera que te fueras. Frustración. No debes irte. Quisiera que me cantaras esa canción: “My girl, my girl”, y apretaras mis mejillas como solías hacerlo mientras fumabas en la ventana de mi cuarto, en ese segundo piso. Contigo aguantaría la cafeína por las tardes, después de todo curarías mi insomnio. Platicaríamos durante la madrugada. No quisiera que te fueras.

Ruby

Wednesday, February 18, 2009

Indiferencia



En estos últimos días en que las consecuencias no se miden, caen palabras en forma de suposiciones. Supongo esto o aquello. Y otra vez, interpretación de la realidad. Crisis. De nuevo inmersa en mi romanticismo barato tropiezo en uno de los errores más comunes. Caer ahí, en donde todo ser humano suele caer, ahí en donde el cerebro humano se ahoga en reacciones químicas, reacciones que a través de su proceso llegan a llamarse “anfetaminas”. Entre palabras de ella que difícilmente descifro, llega el estado en que la interpretación del discurso se vuelve una pérdida de tiempo, de nada sirve. Y mi pensamiento inmediato se concentra en rodeos para no llegar a la indiferencia en donde sencillamente la indiferencia sería el sentimiento perfecto para seguir bailando “salsa con llaves perdidas”. Y aquí este poema de Pavese en donde se explican perfectamente los sentimientos de la carne persuadida:



Indiferencia


Ha brotado este odio como un vívido amor,
sufriendo, y se contempla anhelante.
Pide un rostro y una carne, como si amor fuese.

Han muerto la carne del mundo y las voces
que sonaban, un temblor se ha apropiado de todo;
la vida toda está suspendida de una voz.
Bajo un éxtasis amargo transcurren los días
en la triste caricia de la voz que regresa,
empaliendeciendo nuestro rostro. No sin dulzura,
esta voz al recuerdo le resuena despiadada
y temblorosa: tembló una vez por nosotros.

Pero la carne no tiembla. Sólo un amor
incendiarla podría y este odio la busca.
Todas las cosas y la carne del mundo
y las voces no valen la caricia inflamada
de aquel cuerpo y aquellos ojos.En el amargo éxtasis
que se destruye a sí mismo, este odio reencuentra
una mirada cada día, una rota palabra,
y las aferra, insaciable, como si amor fuese.