Saturday, March 13, 2010

Entre Moisés y el paraíso: la esposa de Odiseo y la trágica vida de Ixión.

“Es un consuelo pensar en que nada se nos da, no conocemos nada en efecto.
De las cosas sabemos alguno o algunos de sus aspectos, los más falsos casi siempre.
Las mujeres, sobre todo, nunca se nos entregan, nunca nos dan más que una nube con su figura…”
Gilberto Owen (Novela como nube, 1928)


Siempre, entre este muro y las chicas que se besan al cuello, escribo sobre el tema del amor y sus derivaciones. No será la excepción esta vez. Lo siguiente es producto de un reencuentro no lejano a estos días y la lectura de Novela como nube de Gilberto Owen. Empezaré por decir que el tema del amor se me ha presentado, de alguna u otra manera, como un espejismo que nadie puede explicar concretamente o por descripciones tradicionales que ya sabemos. Regresaré a mis tiempos de cristiana, tendría algunos 15 o 16 años cuando sin querer leí el diario de la esposa de un pastor: entre notas sobre predicaciones, versículos bíblicos y recordatorios, encontré una página en donde se escribía una especie de relato que hacía alusión a su esposo; la escritura se sentía afligida, triste, derrotada, y concluía a manera de resignación: “Sí él ya no me quiere, basta con que me lo diga”. Había entendido yo, en ese tiempo, que Dios arreglaba los matrimonios con mucho amor, y era para siempre. Me sentí un poco triste de tal sentimiento ajeno, proseguí con mi vida, guardé el secreto, no entendía mucho que pasaba. Era sin embargo una desilusión, un sentimiento flotante.
A los 17 años, conocí a la esposa de Ulises, quien sería el primer amor platónico, el bonito, el tierno, el celoso, el soñador, el lejano. Ojos azules, fijos, seguros. Ojos que extraño. Tradición cristiana o mitología, tragedias de amor aquí y allá. Tragedias. Un preludio de Chopin suena. Recordar a la violinista. Ixión, a pesar de ser un fantoche, cayó bajo las garras de la nube de Hera. Hera, la hija de Cronos y la diosa del matrimonio, esposa de Zeus y gustadora de mortales. El reencuentro con la dueña de la fidelidad, me ha traído incontrolables pensamientos, sentimientos y recuerdos. Mientras aquella esposa de pastor, se lamentaba del amor para siempre; Penélope, tejiendo, esperaba veinte años a que regresara su marido de la guerra de Troya; Ixión por otra parte era engañado por el humo y Helena se convertía en la esposa de Paris. Eva se comió el fruto. El amor. El enamoramiento. No importa cómo se escriba ni quien lo escriba, representado o presentado, amor a medias, amor lejano, amor que duele, amor a ciegas, amor a fuerzas, amor involuntario, amor… El amor. Pasiva: pienso, repienso, decido, siento. Quisiera ser la leyenda que fragmentara la verdadera historia de Troya y que Odiseo no regresara, su prometida hace que la lengua se me duerma.