Visita de martes por la tarde

Y sí, te aferraste a tu eje
Aunque pareces un poco más delgada.
Y aquel día, mientras mi faz
Brillaba con la luz de la pólvora,
Pensaba en que podrías haberte
Sentado a mi lado frente la laguna.
¡Qué poco sufrimiento!
Y la célula que palpita se ahoga y revive.

Tantos hechos inconclusos [...]

Y después un desplazo al amor en un
Nivel de mundo de las ideas para hablar sola e imaginar todo.

Eventualmente el apetito se levanta
Con su costado y en unos días siente
Que puede estar caminando.

Y ahora me aviento una menta en la boca.

¡Qué poco pensamiento!

Y estrellar las estrellas en la luna.
Y cambiar de zapatos cada día.

Y esa bellaza extraña (de la que me enamoré) en mi memoria.

Para concluir

En tono de indiferencia

algunos detalles inconclusos

Y comprender palabras vacías es fácil,
dejarse de comer las uñas, no. ( hábito viejo, tal vez, maña)

Y revisar el mundo de la mano.

Y rentar un cuarto de hotel para hacer al amor barato.

Y besarnos bajo la lluvia.

Y visitar a Yanela.

Y comer paella aunque no me guste.

Y caminar a la orilla de la playa.

Y resbalar de cualquier parte blanca.

Y asistir a aquel concierto.

Y saborear nieve italiana.

Y discutir ese libro bajo los efectos de la cafeína.

Y manipular el látigo.

Y para concluir un “adiós” perfecto con desayuno en la cama:
unos tacos de chicharrón.